Santa Catalina de Génova tiene todo un tratado sobre el Purgatorio y sus experiencias personales con las almas, las que revelaron parte de los secretos del Purgatorio a esta alma santa.
La beata Ana Catalina Emmerick afirma en sus Obras: "Siendo ya mayor iba a Misa temprano a Koesfeld y para orar mejor por las Ánimas benditas tomaba un camino solitario. Muchas veces las veía de dos en dos delante de mí como brillantes perlas. El camino se me hacía claro y yo me alegraba de que las ánimas estuvieran en torno mío y me ayudaran, porque las amaba mucho"… "Con frecuencia mi ángel me exhortaba a ofrecer por ellas mis sufrimientos y yo lo enviaba a mover los corazones de los enfermos para que también ellos ofrecieran sus sufrimientos por estas almas necesitadas".
Santa Gema Galgani escribe en su diario: "Hoy deseo padecer por los pecadores y en especial por las almas del purgatorio, en particular por N.N.— Me ha dicho mi ángel custodio que esta tarde Jesús quiere hacerme sufrir algo más por un alma del purgatorio".
Igualmente Santa Verónica Giuliani en su Diario escribe: "Mi ángel me obtuvo que una de estas almas me hablase y me dijo: Tened compasión de mí. No hay criatura viva que pueda penetrar lo atroces que son estas penas. Tened compasión de mí. La encomendé a la Virgen y me pareció ver la dicha de esa alma que me dijo: Ahora he sabido que presto saldré de aquí por vuestra caridad. Gracias… Al poco tiempo la vi libre de las penas y toda bella y gloriosa con un grandísimo esplendor. Parecía un nuevo sol y puesta junto al sol natural, ella habría sido más luminosa, y el sol mismo, junto a ella, parecía tinieblas".
Santa Margarita María de Alacoque en carta de abril de 1683 dice: "Nuestra Madre me permitió pasar toda la noche del Jueves Santo a favor de las Almas del Purgatorio delante del Santísimo Sacramento y allí estuve rodeada de estas pobres almas con las que he contraído una estrecha amistad, y a las que llamo mis amigas pacientes"… En su autobiografía escribe: "Estando un día ante Jesús Sacramentado, de repente se me presentó una persona rodeada de llamas por todas partes y me dijo: Le ruego me aplique por espacio de tres meses los méritos de todas sus obras y oraciones… Así lo hice y al cabo de tres meses la vi de nuevo resplandeciente de gloria y subir al Cielo, prometiéndome ser mi protector ante Dios". En carta de 2 de Mayo de 1683 nos dice que "esta mañana, domingo del Buen Pastor, dos de mis buenas amigas pacientes han venido a decirme adiós en el momento de despertarme. Una de ellas era la buena Madre Monthoux y la otra Juana Catalina Gascón, que me repetía sin cesar:
El amor triunfa, el amor goza… Como yo les rogara que se acordasen de mí, me han dicho que la ingratitud jamás ha entrado en el cielo".
Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma".
A San Agustín le preguntaron: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?". El respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".
San Gregorio Magno: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".
San Gregorio ofreció 30 misas por el alma de un difunto. Más tarde ese difunto se le apareció en sueños a darle las gracias ya que por esas misas había logrado salir del purgatorio. En otra ocasión, San Gregorio, estando celebrando la Misa, elevó la Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos y el les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio".
Estas almas benditas, no sólo quieren nuestra oración, sino que también nos pueden ayudar si las invocamos