El Viernes Santo, en modo particular, damos cabida al Viacrucis como recuerdo del Camino de Jesús desde la Torre Antonia, palacio del Gobernador Poncio Pilatos, hasta el monte Gólgota, lugar de la Crucifixión. La Virgen introdujo esta devoción mientras vivió en Jerusalén, caminando por la Via Dolorosa y deteniéndose en cada lugar donde su Hijo cayó a tierra y de modo particular en la cima del Monte de la Cruz. Con los siglos, esta costumbre devota se hizo popular, y aún reviste de piedad el día del Viernes Santo.
San José María Robles pensó en unir al Jesus Eucaristía al Viacrucis, haciendo el Viernes Santo por la mañana las estaciones de la Cruz con el pueblo y con Jesús Eucaristía encabezando la procesión, en las mismas horas en que el Señor caminó por las calles de Jerusalén.
Esta hermosa meditación se puede hacer el resto del año, uniendo nuestro corazón al mismo Jesús, que nos acompaña desde la Hostia Consagrada.
Los invitamos a leer este hermoso texto que abre nuestro corazón al misterio de la Cruz, siempre presente en nuestra alma, como un buen amigo que sabe que en el dolor buscaremos a Quien dió Su Vida por nuestra salvación.
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