Visiones de Luisa Piccarreta

EXTRACTOS DEL VOLUMEN 2º –  15 DE AGOSTO DE 1899

Fiesta de la Mamá Celestial. Le da el oficio de mamá en la tierra.

 Muchas almas salían del purgatorio y como rayos llegaban al Cielo para asistir a la fiesta de nuestra Reina Mamá. 

También yo me ponía en medio de aquella multitud inmensa de gente, es decir, ángeles, santos y almas del purgatorio, que ocupaban aquel nuevo Cielo, que era tan inmenso, que el nuestro que vemos, comparado con aquél me parecía un pequeño agujero, mucho más que tenía la obediencia del confesor. 

Pero mientras hacía por mirar, no veía otra cosa que un Sol luminosísimo que esparcía rayos que me penetraban toda, de lado a lado, y me volvían como un cristal, tanto que se descubrían muy bien los pequeños defectos y la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura; tanto más que aquellos rayos, cada uno tenía su marca: 
 
Uno delineaba la Santidad de Dios, otro la pureza, otro la potencia, otro la sabiduría, y todas las otras virtudes y atributos de Dios. 
 
Así que el alma, viendo su nada, sus miserias y su pobreza, se sentía aniquilada y en vez de mirar, se postraba con la cara en la tierra ante aquel Sol Eterno, ante el Cuál no hay ninguno que pueda estar frente a Él.

Pero lo más era que para ver la fiesta de nuestra Mamá Reina, se debía ver desde dentro de aquel Sol, tanto parecía inmersa en Dios la Virgen Santísima, que mirando desde otros puntos no se veía nada. 

Ahora, mientras me encontraba en estas condiciones de aniquilamiento ante el Sol Divino y la Mamá Reina teniendo en sus brazos al niñito… le he dicho:

“Mi solo y único tesoro, ni siquiera me has dejado ver la fiesta de nuestra Reina Madre, ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron los ángeles y los santos en el ingreso que hizo en el Paraíso”. 

Y Jesús:
 “El primer canto que hicieron a mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave María están las alabanzas más bellas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que tuvo al ser hecha Madre de Dios, por eso, recitémosla juntos para honrarla y cuando tú vengas al Paraíso te la haré encontrar como si la hubieras dicho junto con los ángeles aquella primera vez en el Cielo”.

Y así hemos recitado la primera parte del Ave María juntos. 

¡Oh, cómo era tierno y conmovedor saludar a nuestra Mamá Santísima junto con su amado Hijo! 
 
Cada palabra que Él decía, llevaba una luz inmensa en la cual se comprendían muchas cosas sobre la Virgen Santísima, ¿pero quién puede decirlas todas?
 
Mucho más por mi incapacidad, por eso las paso en silencio.
 
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De los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta