Pat Murnahan regresaba de un viaje de negocios a Nueva York durante el mes de noviembre de 1996. Sintió que sus presentaciones habían ido muy bien y se sentía relajado mientras se hundía en su asiento listo para el vuelo a Londres y luego a Dublín. Había elegido un asiento de la ventana para que pudiera dormir y no ser molestado por la gente yendo y viniendo.
Se sienta al lado de la Madre Teresa en el avión
A medida que más pasajeros entraban en el avión y comenzó a llenarse, se oía el zumbido de conversaciones continuas hacia arriba y abajo por los pasillos, mezcladas con el sonido de los bolsos guardados en los compartimentos superiores.
Después de diez minutos Pat empezó a dormitar y el sonido rítmico lo arrulló y se durmió. Pero pocos minutos después de que se quedara dormido, se encontró sentado completamente despierto. No oyó nada y se preguntó qué lo había despertado, y luego se dio cuenta de que había un silencio total en el avión.
Se sentó en posición vertical preguntándose qué había causado el silencio, sintió un ligero matiz de terror, lo primero que le vino a la mente fue que los terroristas se estaban apoderando del avión.
Pat giró la cabeza para ver qué estaba pasando y se quedó boquiabierto al reconocer la figura encorvada leve y la cara sonriente que había causado el silencio absoluto mientras ella se movía silenciosamente por el pasillo, era la Madre Teresa de Calcuta, con otra persona en traje similar.
Las dos monjas vestían simples hábitos blancos bordeados de azul. La cara familiar, la piel arrugada y los ojos sonrientes fueron inmediatamente reconocibles por todos, desde el más joven al más viejo a bordo. El avión estaba lleno de turistas americanos que nunca habían estado tan cerca a esta figura de renombre mundial antes en sus vidas. Una imagen que habían visto en cientos de noticieros de televisión y en las portadas de la revista Time, en más de una ocasión.
Las dos monjas se detuvieron y Pat se dio cuenta con un sobresalto, que los asientos designados para esta persona extraordinaria y su compañera eran los asientos junto a él y se sentía extrañamente indigno de que la Madre Teresa misma se sentara junto a él. A medida que estos últimos pasajeros se establecieron en el vuelo y se prepararon para despegar, la Madre Teresa y su compañera sacaron sus rosarios. El se dio cuenta, mientras corrían las cuentas, que cada década era de un color diferente.
Las dos cerraron los ojos a medida que se sumergieron en la oración y Pat echó una mirada más cercana al inusual rosario. Se dio cuenta de que las décadas al principio eran totalmente negras, pero mientras avanzaba el rosario, las cuentas se hacían más claras hasta que, al final del rosario, eran completamente blancas.
Le invita a rezar el Rosario
Después de unos tres Rosarios la Madre Teresa y su compañera guardaron las cuentas y sacaron un pequeño libro rojo de oración. Pero antes de abrir el libro ella se volvió a Pat y le preguntó a dónde iba. Cuando le dijo a Irlanda y después de haber respondido a la pregunta siguiente para confirmar que ‘sí, que él era irlandés’, él se levantó de su asiento más, ya no dispuesto a dormir y de repente se sintió eufórico con el privilegio de tomar parte en una conversación con, probablemente, no sólo la persona más famosa del planeta, sino también probablemente la más sagrada. No estaba listo para su siguiente comentario que demostró que su conocimiento de los irlandeses era de otra época.
Ella dijo:
“Bueno, usted es irlandés por supuesto debe ser católico y muy devoto”.
Pat se sintió avergonzado y no respondió. Entonces se sintió aún más avergonzado, si eso era posible, ya que ella guardó su librito rojo y sacó su rosario de nuevo, diciendo:
“Como usted es irlandés diremos otro rosario para usted y el maravilloso país del que viene”.
Pat Sabía que si hubiera podido verse en un espejo su rostro hubiera sido de un rojo muy carmesí.
Ella le dijo:
“¿Hay alguien en particular que desea poner en la oración?“.
Pat pensó por un momento y de repente se acordó de su abuela anciana que estaba postrada en cama y se aferraba a la vida. Él sabía que ella realmente se alegraría con el pensamiento de la Madre Teresa orando especialmente para ella, por lo que mencionó el nombre de su abuela a la Madre Teresa.
Cuando ella sacó el rosario, se atrevió a preguntar acerca de los diferentes colores de las cuentas. Ella le explicó que eran llamadas cuentas de almas santas y los colores cambiantes significan que vienen de la oscuridad a la luz. Sabemos que mientras rezamos el Rosario por las Almas del Purgatorio, Jesús trae a muchas de ellas de las tinieblas a la luz.
La Madre Teresa le solicitó a Pat sacar su rosario así podían comenzar. Pat tienta en sus bolsillos sintiéndose muy avergonzado porque esta santa esperaba que sacara un rosario, que ella pensaba, sin duda, cada persona irlandesa llevaba. Después de un corto intervalo la Madre Teresa le entregó su rosario, y se sintió aliviado al no tener que mentirle a esta santa, pues él estaba a punto de decirle: “No me parece que tenga uno conmigo”.
Ella sacó otro para ella y también quedó contento de que dijeron todas las oraciones en voz muy baja, por lo que su murmullo fue aceptado como oración discreta al unísono con ellas. Él, sin embargo, notó sus peticiones entre las décadas eran por las almas del purgatorio y no incluyeron el nombre de su abuela.
Después, le preguntó a la Reverenda Madre por qué el nombre de su abuela no se mencionó en las peticiones. Su respuesta lo sorprendió.
“Cuando Ud. ora por las almas del purgatorio Dios estará tan contento con sus generosas oraciones para aquellos que no conoce, que él le concederá su deseo más querido, sin ni siquiera preguntar y, a veces tal vez sin que Ud. sepa cuál es su mayor deseo“.
Aunque Pat no consideraba a sí mismo muy religioso, y cuándo iba a la iglesia era más que nada por costumbre con su familia y casi nunca oró afuera de una iglesia, encontró a estas oraciones muy edificantes y él estaba explicablemente feliz después, cuando regresó el Rosario a la Madre Teresa.
Cuando ella le sonrió de nuevo, Pat comprendió por primera vez en su vida lo que la gente quiere decir cuando se habla de que una persona posee un “aura” y, cuando sus ojos se conectan con la de ella, una sensación de paz lo abrumó; se sentía como cuando era un niño pequeño sentado junto al río, con una cálida brisa de verano que soplaba a través de su pelo, completamente en paz con el mundo.
Al aterrizar en Heathrow y bajar del avión, la Madre Teresa estaba justo delante de él. Ella se volvió hacia él y le preguntó:
“¿Ud. reza el Rosario con frecuencia?”.
“No, no realmente”, admitió.
Le tomó la mano, lo miró de frente con sus extraordinarios ojos amorosos y suaves y dijo:
“Bueno, ahora lo hará”, y ella apretó su rosario en las manos de Pat.
Dos horas más tarde, Pat entró en la sala de espera en el aeropuerto de Dublín, donde fue recibido por su esposa, Alice. ”¿Que pasa en el mundo?”, preguntó, al notar el Rosario en su mano. Se besaron y Pat le explicó el Rosario y describió su encuentro con la Madre Teresa en el avión como si fuera una visita al cielo. Conduciendo a casa, dijo, “Realmente me siento como si hubiera conocido a un santo viviente”.
Los milagros
Al día siguiente se enteró de que su abuela estaba fuera de la cama y parecía haber encontrado un nuevo flujo de vida.