Existe un camino para lograrlo, y es mucho menos doloroso que ir al Purgatorio. Se trata de la remisión anticipada, aquí en la tierra, de esa pena temporal, mediante:
- Obras de penitencia que el pecador se impone voluntariamente.
- La penitencia que el Sacerdote impone en el Sacramento de la Reconciliación.
- La aceptación humilde de las penas que Dios permite que padezcamos en esta vida las indulgencias.
Por lo tanto tenemos que: Las indulgencias tienen un carácter liberador, porque liberan al pecador de la pena temporal Ante Dios, que es quien concede el perdón. Sólo puede ganar la indulgencia quien sea un fiel cristiano y esté en comunión con la Iglesia. Cumpliendo ciertas condiciones que señala la Iglesia, cuya mediación nos permite obtener la indulgencia.
Donde la Iglesia aplica los méritos de Cristo, de María Santísima y de los Santos. Y por la Comunión de los Santos y por la autoridad recibida de su Divino Fundador puede distribuir los mérito sobreabundantes de Cristo, de María Santísima y de los Santos, a los pecadores y a las almas del Purgatorio que los necesiten, a través precisamente de las indulgencias.
¿Qué debemos hacer exactamente para recibir una indulgencia?
En primer lugar, uno debe estar debidamente preparado o dispuesto. En palabras de Pablo VI, los que buscan indulgencias deben “amar a Dios, detestar el pecado, depositar su confianza en los méritos de Cristo y creer firmemente en la gran ayuda que derivan de la Comunión de los Santos”.
Hay tres requisitos formales además:
- La confesión.
- La comunión.
- La oración por las intenciones del Papa.
Las indulgencias pueden ser, según el canon 993 del Código de Derecho Canónico:
- Plenaria: si libera totalmente de la pena temporal (¡Borrón y cuenta nueva!)
- Parcial: si libera de dicha pena sólo en parte.
Y según el canon 994 del Código de Derecho Canónico, las indulgencias, tanto parciales como plenarias, pueden ser aplicadas a los difuntos.
Lo cual acorta su tiempo de purificación en el purgatorio e incluso pueden darlo por concluido y ayudarles a llegar inmediatamente a la presencia de Dios.
¿Pero, cuál es el “acto” que debe realizarse exactamente?
La encíclica de Pablo fue publicada antes de una nueva edición de un compendio de la Iglesia sobre los actos indulgenciados, conocido como Enchiridion Indulgentiarium.
Las condiciones generales para ganar las indulgencias plenarias (cfr. Const. Apost. Indulgentiarum doctrina de Pablo VI, 1 de enero de 1967) son:
- Desapego a todo pecado, incluso venial
- Rezar por las intenciones del Santo Padre
- Comunión sacramental
- Confesarse regularmente
La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple plenamente recitando un Padrenuestro y un Ave María por sus intenciones; aunque cada fiel puede rezar otra oración, según su devoción y piedad por el Romano Pontífice.
Las condiciones pueden cumplirse algunos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita. Pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se haga la obra.
Sin embargo, con una sola confesión sacramental se pueden ganar muchas indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y con una sola oración por las intenciones del Sumo Pontífice solamente se puede ganar una indulgencia plenaria. Pero también se pueden ganar indulgencias mediante diversos actos piadosos.
Para resumir brevemente, el acto por el cual se puede obtener una indulgencia esencialmente se reduce a una oración o un cierto acto de piadoso, más las que dijimos arriba.
Ejemplos de oración incluyen: el Memorare, el Salmo 50, y ciertas novenas. Cantar ciertos himnos, como Tantum Ergo o incluso repetir ciertas frases piadosas también califican. Actos piadosos que son indulgenciados incluyen: visitar una Catacumba, detenerse en un Cementerio, o ir a una Iglesia en el Día de los Muertos, Adoración al Santísimo Sacramento durante media hora por lo menos, Lectura de la Sagrada Escritura durante media hora por lo menos, Rezo del Via Crucis, Rezo del Santo Rosario en una Iglesia u oratorio público, o en Familia, o en una comunidad religiosa o asociación piadosa.
Estos ejemplos de indulgencias sugieren uno de los propósitos detrás de la práctica, y no es sólo la remisión de la pena temporal del pecado. Las indulgencias también son una forma en que la Iglesia ayuda a los fieles a priorizar qué oraciones y prácticas devocionales son más importantes.
Como dice Pablo:
“Les recuerda constantemente aquellas cosas a las que hay que dar preferencia porque son necesarias o al menos mejores y más eficaces para alcanzar la salvación”.